martes, 1 de septiembre de 2009

“A la hora de cerrar”


Nociva metamorfosis de la segunda persona del singular,
sacapuntas oxidados y gusanos de cartón,
mariposas que se pierden a la hora de atracar
en los puertos traicioneros del recuerdo de un amor.

Pequeños detalles que me brindas a la hora de cerrar,
‘ni libres ni ocupados’ que aprovechan la ocasión,
igual me despierto por las noches con ganas de saltar
a los pies de tu cama como un loco soñador.

Navegando en tu cabeza me he olvidado del azar,
arrinconado por tus ojos que me saben a pasión,
en las puertas que te presto a orillas de la mar,
te dejo, en una ‘cáscara de nuez’, mi corazón.

Bendita primavera que se abre de par en par,
esta sal sin su pimienta con sus celos ‘pimentón’,
me fumo los huesos de este aire termal,
en los baños de la cárcel, cuando subes al balcón.

Agorafóbico cuando sueño, cuando pienso que no estás,
espacios tan pequeños que me asfixian la razón,
tan modesto y tan huérfano de nombre y de lugar,
tan ‘estrellas sin su cielo’, tanta ‘luna sin su sol’.

Adicto al amor platónico de las horas sin contar,
al escote de tu ombligo, a tu piel melocotón,
secuaz perseguidor, subjetiva objetividad
cuando invento una palabra que describa tu color.

Tiemblo cuando imagino que pronto vas a llegar,
que voy a estar cerca de exprimir tu enorme corazón,
no nos conocemos y parece que ya estás
en mi vida tatuada con la risa del dolor.

Esta noche…mi último pensamiento serás
y mañana despertaré con la ausencia de tu voz,
vampiro escondido en las ganas de enterrar
las historias que despiertan en mi pecho esta canción.

(17.03.2009)

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