lunes, 11 de noviembre de 2013

"Sin acuse de recibo"

Ahora, en este momento, mi tiempo es mi prisión, mi juez,
mi peor abogado, mi mejor enemigo, mi verdugo…
no quiero, ni aspiro ni espero ni pido
que nadie pierda sus alas por mí.
Nadie me lo debe, ¡Nadie se lo debe!
 
Son los barrotes que hoy me retienen los que ayer me sirvieron
para golpear las rocas del camino,
pero si hoy estoy pidiendo ayuda a gritos
es porque yo no puedo,
porque mi voz se quiebra dentro de mí.
 
Y me sonrojo y avergüenzo por ello, no lo oculto,
cabizbajo me insulto y detesto ante el espejo.
He perdido la conciencia, el control… y mis manos
se resbalan del único saliente que he encontrado en este precipicio.
 
He perdido en algún cajón el disfraz de tipo alegre.
Ese tipo al que acusaban de ligero, de fresco…pero la procesión
va arrastrándose por dentro y añoro volver a recuperar
esa mirada de ojos caídos con esa media sonrisa con pinta
de quedarse sólo con el lado bueno de las cosas…
aunque de lo menos bueno también se aprenda.
 
La felicidad es otra droga transitoria de efectos
precozmente secundarios, y hay cosas que no pueden cambiar,
que no quiero cambiar. No tengo remedio si pongo sobre tu espalda
la yema de mis dedos, y he aprendido tanta anatomía gracias a ti…
 
Me da igual darlo todo a ciegas, se me escapa del pecho y
apuesto a doble o nada, pero nunca llego a cortarme las venas.
No me arrepiento, ni presupuesto, ni espero…
hay tanto dentro de mí que las balas rebotan en mi corazón
y sé, aunque aún no lo sepa, que cuando dejemos
de cojear seguiré dando todo lo que tenga para dar
porque de nada sirve todo el agua salada del mar
si lo que se quiere es saciar la sed.
 
No me arrepiento, ni  presupuesto, ni espero...
Sólo yo sé lo que he sentido.
 

Lo sé, aquí sentado no va a pasar nada, pero...
¿qué pasa si ahora tengo mojadas las alas?
Su peso me asfixia el pecho y me cuesta caminar.
¿Qué pasa si ‘las peores pesadillas -a menudo- no tienen
monstruos sino espejos’?...es algo que no sé explicarte desde tan lejos.

 Ya ves, le sigo dando vueltas pero busqué
soluciones aunque la “X” no se dejara despejar:
“Perdón si soy inoportuno. Perdón, no sé actuar de otra manera. Perdóname, lo hago por instinto…”

…por esto busqué en ti un refugio distinto y la otra noche seguí tu estela.

 
No tengo derecho a pedir nada, porque no quiero ni puedo.
Pierdo consistencia y me tiemblan las piernas
cuando se me pasa por la cabeza.
No quiero que me eches de menos,
no quiero que salgas corriendo ni jugar a perdernos
pero tampoco que me eches de más.
 
Esta es la última por un tiempo, cuelgo las botas
y también el lapicero. Necesito calma, tenerla
pero también darla y así va a ser.

 
 
Quizá en otra vida podamos ser.

 

lunes, 4 de noviembre de 2013

"Qué decir"


 

No es lo suficientemente grande un arsenal
para albergar el arma que me destruya…
he dejado que el camino me dejara llevar
sin hacer caso a lo que pudiera encontrar
a la vuelta de la esquina de mis dudas. 
 
Mensajes de ánimo que invitan a esforzarse
mientras el sol me pega en la cara. 
 
¡Menudas vistas! 
 
Ni siquiera recuerdo
lo último que vi allí abajo y desde aquí…
desde aquí observo el mar,
vigilo la ciudad entera,
los cargueros maniobran con cuidado,
pequeñas barcas de pescadores faenan,…

Las únicas olas que alcanza mi vista
son las formadas por las estelas
de esos barcos de recreo que parecen
tener prisa por llegar. 

El final de todo debe parecerse a esto,
un castillo en ruinas, una suave brisa,
algunas flores secas, escarcha sobre la tierra
y un no saber qué decir.

(01.11.2013)

 

viernes, 1 de noviembre de 2013

“Quietud”


 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
Desde aquí os vigilo, no os preocupéis,
permaneced calmos, quietos.
No hay nada que temer
pues el día nos pertenece. 

A penas algún resquicio de quietud de la noche
y también algún coche ruidoso,
pero no importa, ahora nada importa.

No importa que los colores que ven mis ojos
no puedan captarlos mi cámara.
No importa que secuestre mis problemas
y que a veces me muerda le lengua.
No importa que hoy esté solo
cuando quisiera ser algo más joven…
o quizá más viejo.

No importan las canas burlonas de mi barba,
ni callar mis pensamientos cuando todos hablan.
No importa el orgullo…muros más grandes cayeron
derramando lágrimas que sirvieron
para limpiar las profundas heridas.

Quizá existan guerras que merezca la pena perder
para demostrarse a uno mismo de qué se es capaz.

Quizá después de todo podamos descubrir
estados nunca antes alcanzados.
Quizá después de todo se pueda dejar
a un lado todo aquello que no se quiere
para abrir paso a lo deseado,
para perder el miedo de seguir luchando.

Quizá nos veamos un día y sin hablar
sepamos que por eso valió la pena
cada noche sin dormir.

Pero ahora…ahora nada importa,
ni sueños, ni quimeras,
ni absurdas y eternas condenas.

Ahora nada importa.

(01.11.2013)