domingo, 28 de abril de 2013

"El fin que no sabe empezar"














Busco la verdad en cada mentira
como el rastro del camino a oscuras que dejé atrás.
Piedras, trabas, obstáculos obtusos
y un pequeño abuso de autoridad.

Miro para atrás guillotinando los miedos
que anteponen su fuerza a la lealtad.
Me ahogo entre el humo de un vaso de ron,
entre las cenizas de la soledad.

Vivo de espaldas, miro a otro lado,
apago la luz mientras espero otro día,
y con cada absurda despedida de mis frías manos
dejo enfangadas mis rodillas.

El zigzagueo de las palabras que no saben decir,
el hipo y el vaivén que no deja ni ir ni marchar.
Me canso de hablar como quien ve morir,
me muero ante el fin que no sabe empezar.

(28.04.2013)

viernes, 26 de abril de 2013

"Cuando sepas de mi"

Cuando sepas de mí, tú disimula. No les cuentes que me conociste, ni que estuvimos juntos, no les expliques lo que yo fui para ti, ni lo que habríamos sido de no ser por los dos. Primero, porque jamás te creerían. Pensarán que exageras, que se te fue la mano con la medicación, que nada ni nadie pudo haber sido tan verdad ni tan cierto. Te tomarán por loca, se reirán de tu pena y te empujarán a seguir, que es la forma que tienen los demás de hacernos olvidar.

Cuando sepas de mí, tú calla y sonríe, jamás preguntes qué tal. Si me fue mal, ya se ocuparán de que te llegue. Y con todo lujo de detalles. Ya verás. Poco a poco, irán naufragando restos de mi historia contra la orilla de tu nueva vida, pedazos de recuerdos varados en la única playa del mundo sobre la que ya nunca más saldrá el sol. Y si me fue bien, tampoco tardarás mucho en enterarte, no te preocupes. Intentarán ensombrecer tu alegría echando mis supuestos éxitos como alcohol para tus heridas, y no dudarán en arrojártelo a quemarropa. Pero de nuevo te vendrá todo como a destiempo, inconexo y mal.
Qué sabrán ellos de tu alegría. Yo, que la he tenido entre mis manos y que la pude tutear como quien tutea a la felicidad, quizás. Pero ellos... nah.
A lo que iba.
Nadie puede imaginar lo que sentirás cuando sepas de mí. Nadie puede ni debe, hazme caso. Sentirás el dolor de esa ecuación que creímos resuelta, por ser incapaz de despejarla hasta el final. Sentirás el incordio de esa pregunta que jamás supo cerrar su signo de interrogación. Sentirás un qué hubiera pasado si. Y sobre todo, sentirás que algo entre nosotros continuó creciendo incluso cuando nos separamos. Un algo tan grande como el vacío que dejamos al volver a ser dos. Un algo tan pequeño como el espacio que un sí le acaba siempre cediendo a un no.
Pero tú aguanta. Resiste. Hazte el favor. Háznoslo a los dos. Que no se te note. Que nadie descubra esos ojos tuyos subrayados con agua y sal.
Eso sí, cuando sepas de mí, intenta no dar portazo a mis recuerdos. Piensa que llevarán días, meses o puede que incluso años vagando y mendigando por ahí, abrazándose a cualquier excusa para poder pronunciarse, a la espera de que alguien los acogiese, los escuchase y les diese calor. Son aquellos recuerdos que fabricamos juntos, con las mismas manos con las que construimos un futuro que jamás fue, son esas anécdotas estúpidas que sólo nos hacen gracia a ti y a mí, escritas en un idioma que ya nadie practica, otra lengua muerta a manos de un paladar exquisito.
Dales cobijo. Préstales algo, cualquier cosa, aunque sólo sea tu atención.
Porque si algún día sabes de mí, eso significará muchas cosas. La primera, que por mucho que lo intenté, no me pude ir tan lejos de ti como yo quería. La segunda, que por mucho que lo deseaste, tú tampoco pudiste quedarte tan cerca de donde alguna vez fuimos feliz. Sí, feliz. La tercera, que tu mundo y el mío siguen con pronóstico estable dentro de la gravedad. Y la cuarta, -por hacer la lista finita-, que cualquier resta es en realidad una suma disfrazada de cero, una vuelta a cualquier sitio menos al lugar del que se partió.
Nada de todo esto debería turbar ni alterar tu existencia el día que sepas de mí. Nada de todo esto debería dejarte mal. Piensa que tú y yo pudimos con todo. Piensa que todo se pudo y todo se tuvo, hasta el final.
A partir de ahora, tú tranquila, que yo estaré bien. Me conformo con que algún día sepas de mí, me conformo con que alguien vuelva a morderte de alegría, me basta con saber que algún día mi nombre volverá a rozar tus oídos y a entornar tus labios. Esos que ahora abres ante cualquiera que cuente cosas sobre mí.
Por eso, cuando sepas de mí, no seas tonta y disimula.
Haz ver que me olvidas.
Y me acabarás olvidando.
De verdad.
 
(Risto Mejide)

martes, 9 de abril de 2013

“Horquillas y ropa interior”


Abro los cajones y sonrío.
Esa es una de las mejores sensaciones…
que estés ausente y yo siga sintiéndote.
 
Tropiezo con tus zapatillas,
encuentro tus horquillas,
ropa interior entre mis sábanas
o el olor de tu pelo en la almohada…
 
Es tremenda esa sensación en la que uno,
simplemente, se siente como un imbécil
por dar más importancia,
en ocasiones,
a cosas sin ninguna importancia.
 
Cierto tipo de zancadillas
que no dejan observar el bosque
por estar más pendiente
de los anillos de edad del árbol más insignificante
con el que nos empeñamos en tropezar
que de la bella hoja caduca que planea,
desde la rama más alta,
la forma más suave con la que claudicar.
 
Realmente uno pierde el foco de interés
sin darse cuenta y deja que los demonios
jueguen a su antojo…
 
Busco en la enciclopedia el significado
de “espacio” y de “tiempo”.
Esas dos palabras,
conceptos si se quiere,
que uno comienza a comprender
cuando las personas más importantes lo piden,
lo necesitan, o se les es arrebatado de forma repentina.
 
Unos grandes ojos color miel
que endulzan los recuerdos
que sostengo cuando cierro los míos.
 
Una sonrisa a la altura de las más bellas
y esbeltas esculturas griegas.
 
Un silencio atronador,
en ocasiones tan preocupante como una arritmia
o un mareo inexplicado, pero otras…
otras tan increíble que hasta el sonido del mar
o el eco de mi voz se hace insoportable.
 
(08.04.2013)

lunes, 1 de abril de 2013

"Escape"



 
No es la Metro Goldwyn Mayer,
es un almacén de pacotilla.
Ni grandes gangas ni ofertas del copón,
ni bocas cerradas ni gritos ni nada.
No quería discutir, como siempre,
hice saber que tras planear nada,
peor que mejor, finalmente me decanté
por no cometer los mismos errores…sino otros nuevos.
‘Sometimes’ una conversación de escape
pone los puntos suspensivos sobre huérfanas íes
y maquilla los nubarrones en callejones
de los que es preferible no querer escapar.

 
(01.04.2013)