miércoles, 18 de mayo de 2011

“Reflexión de cama y corbata”




La vida merece la pena… y esta es mi reflexión. Hay que “acercarse a” y “luchar por” aquellas cosas que nos hacen sentir bien y alejarse de aquellas que, por el contrario, sólo nos pueden traer problemas y hacer estar mal o falsamente bien.

La vida son fases, estados, etapas, periodos, ciclos, lapsos, épocas…y en cada una de ellas está permitido actuar de una forma u otra, descuidarse más de uno mismo o incluso descuidar a los demás, atender más a otras necesidades, a un tipo determinado de personas, a unas aficiones, a ciertas simpatías hacia gente o cosas que pueden o no aportar algo interesante pero que por algún motivo queremos que en ese preciso momento estén ahí….pero como he dicho, sólo son etapas.


Hay que intentar ser feliz con lo que se tiene sin que las cosas que no alcanzamos a tener nos atormenten, pensar de forma crítica e independiente acerca de lo que nos rodea, para bien o para mal, y extraer de todo ello nuestras propias conclusiones, evolucionar y dar un paso hacia delante dejando atrás lo que por definición debe de ir quedándose atrás.

Miro a mi alrededor y aun veo personas de todos los colores, edades e ideologías, en todas partes, en todas las ciudades que he visitado, en todos los momentos que he vivido…que se quedan estancas en una eterna adolescencia, que no piensan más allá de la próxima semana o el próximo festivo. Personas que encerradas en sus miedos siguen culpando de todos sus problemas a los demás, sin pensar en las consecuencias de sus hechos, ni en sus familias, ni en sus hijos, ni en sus padres, ni en sus amigos, ni en sus propios ideales infectos por los pensamientos ajenos de personas ajenas que sólo están ahí por ocupar parte del tiempo que no saben cómo ocupar con cosas realmente productivas.


Tengo 27 años…parece ayer mismo cuando estaba en el instituto sin saber si trabajar o estudiar, si quedarme en casa o salir a merodear por las calles, y cíclicamente, continuamente, paso por momentos en los que no sé qué decisión es la más correcta, y de esos momentos son de los que intento aprender.

Hoy ya sé lo que quiero o al menos, siendo totalmente sincero conmigo mismo, sé las cosas que no quiero tener a mí alrededor. Voy ampliando mi colección de libros y disminuyendo las muescas en la libreta de las borracheras…y aunque no soy alcohólico a veces también me emborracho. No es malo, siempre y cuando se tengan los pies en el suelo y la cabeza en las responsabilidades. Fresco, atento y alerta para luchar por cada uno de los objetivos que me he marcado.

El tiempo pasa y lo hace volando, algunas cosas que con 15, 18, 20, 25 años creía que durarían para toda la vida, que iba a tener para siempre conmigo porque era yo quién decidía sobre todas ellas, hoy sé que si las estuviera viviendo o haciendo de la misma forma que las hacía por aquél entonces me sentiría fuera de lugar. Hoy algunas de ellas me parecen ridículas y/o dañinas.

Hoy valoro que si son 10 las cervezas que me tomo la noche anterior, en lugar de 4, mañana me costará más reaccionar y tirarme de la cama si lo que quiero es aprovechar el día, el sol, el aire, el mar. Hoy sé que si grito y expreso de forma deseducada alguna opinión puedo recibir ese tortazo que con 12 años me perdonaron por no ser consciente de lo que hacía o por desconocer la forma más adecuada de hacerlo. Hoy sé que si no cuido lo que quiero tener a mi lado quizá mañana sea demasiado tarde para hacerlo. Hoy sé que si hace sol es mejor tomarlo por si son lluviosos los días que siguen. Hoy sé que cualquier cosa material carece de importancia cuando de un día para otro pierdes tu hogar, un ser querido o los recursos que te permiten tener un plato de comida sobre la mesa. Hoy sé que un verdadero amigo es aquél que te perdona en incontables ocasiones todos tus errores con la condición de que saques de cada uno de ellos una valiosa lección para no volver a tropezar en la misma piedra y que te dice lo que no quieres escuchar…hoy sé tantas cosas que tengo la sensación de no saber ninguna.

Sé que quiero seguir aprendiendo para poder transmitir, si algún día tengo, todas las cosas que sé a ese niño o niña que tantos disgustos me dará cuando yo quiera ver la televisión tranquilamente o tirarme a descansar en la cama, o cuando duerma a media noche en la madrugada. Sé que quiero aprender a cocinar mejor para que tengan diferentes alternativas por si no les ha gustado la comida. Sé que la mejor educación que se puede dar empieza por no hacer o decir en su presencia aquellas cosas que no quiero que reproduzcan, y por ende, hacer, sin inculcar ni imponer, aquellas que si quiero que interioricen. Sé que no quiero que haya cosas sobre mí en mi presente o en mi pasado que los avergüence ante los demás y ante su futuro.

Sé que no debo perder ni faltar el respeto a las personas que quiero si no quiero que piensen que he dejado de quererlas.

Sé que quiero vivir cerca del mar y del campo y de la montaña…un lugar lo suficientemente alejado de la ciudad para no escuchar ruidos ni llorar por la contaminación, pero lo suficientemente cerca de los servicios que ofrece la civilización. Un lugar donde poder salir cada mañana al despertar para desayunar y desperezarme oliendo a romero y lavanda y donde vea cada tarde el sol ponerse. Un lugar con espacio suficiente para tener animales corriendo y jugando en libertad sin restricciones de horarios ni disponibilidades personales.

Quizá sea más productivo vivir pensando en las cosas que nos quedan por vivir más que en aquellas que hemos vivido. Perdonar nuestros errores pasados intentando no repetirlos y perdonar los de aquellos que nos hicieron daño. Quizá sea mejor pensar que nuestras decisiones no sólo nos afectan a nosotros mismos, sino a muchas personas que nos quieren, respetan y quieren lo mejor para nosotros. Quizá sea el momento de ser un poco menos egoísta para pasar a ser un poco más solidario. Quizá sea momento de luchar por lo que queremos y dejar pasar esos trenes a los que no tenemos pensado subir…

Y vosotros… ¿Qué pensáis?

No hay comentarios:

Publicar un comentario