viernes, 7 de febrero de 2014

“Mercancía barata”



Lo devastador es sentirse cómodo
en la mentira, refugiarse en la mentira,
disfrazarse de mentira…
confiar en la clandestinidad
y el escondite que concede
la mentira mientras no es descubierta.

Lo triste es creer que siempre hay
un buen motivo para ella…
encontrar y excusarse en justificaciones
cada vez más familiares,
acomodarse a un sentimiento
de culpabilidad cada vez menos intenso,
más liviano, menos burlón.

Lo vomitivo es no saber que el perdón
es algo que se gana con lealtad,
ignorar que va perdiendo importancia
tantas veces se tropieza hasta llegar
al punto en el que volver a pedirlo.

Lo despreciable es convertirse
en la clase de persona que termina
por hacer que los demás los quieran
lo más lejos posible. Esa clase de persona
que saca lo peor de los demás,
sus más agresivos y enfermos instintos.

Lo bochornoso es portar una sortija
mirando hacia otro lugar
mientras se fragua en nuestro interior
la invulnerabilidad del daño que provocamos.

Lo sucio es besar todos esos labios
como si ninguno de ellos mereciera
el más mínimo respeto, como si fuera
una simple transacción comercial,
como si las muescas del cabecero
hablaran bien de uno mismo…

Lo infame es permitir lisonjas
y zalamerías para sentir que tenemos
el poder de manipular a quien se nos antoja,
lograr conciliar el sueño como si nada.

Lo odioso es sentirse confortable
con lo que nos hace odiosos, lo increíble
es transformarse en una roca, lo repulsivo
es carecer de sentimientos
y ser mercancía barata.


(02.02.2014)

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