lunes, 16 de abril de 2012

“¿Has llegado a ver el infierno en unos labios?”

Es lo último que le dije,
después…me fui sin mirar atrás
como quien obvia lo demás
y calla más de lo que finge.

Y atrás quedan ya sus piernas
y perderme entre ellas solo
y sin pegas, abriendo las puertas
del cielo que ansiamos todos.

Quise sus defectos de virtudes
y sus virtudes de enemigo.
Puse mis vicios en un bucle
y su boca en entredicho.

Mi lengua, que lamía suave
cada milímetro húmedo de la suya,
que jugaba con la llave
del escote de su blusa.

Sus dedos olvidados en mis dedos,
mi pelo en la boca de su ombligo,
sus ‘sólo sé que un te quiero
no es más cierto por decirlo’.

Cada gota salada de sudor
que venía tras hacer el amor
o follarnos hasta odiarnos.

Cada muestra inerte de pudor,
cada inicio de loco revolcón
que acababa con vecinos gritando…

Y todo llega al punto de inicio,
donde haberse amado
no es como haberse querido,
ni sentido ni abrazado.

Donde ya no son dos amigos
los que un día en el infierno,
buscaron como abrigo
risas en los lamentos.


(16.04.2012)

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