Es difícil entenderlo,
por más que me lo explico
no hay forma ni atajos
que me hagan llegar antes
ante una respuesta certera.
La niebla me deja al acecho,
y a un lado deja el delirio
de no rozar tus manos
quedándose distante
y cabizbaja mi cabeza.
Te has esfumado y como
una tortuga que se esconde
en su caparazón, dejas
que no te afecte lo ajeno…
ni siquiera mi amistad.
Con una caída a plomo
sin saber ni cómo ni dónde
volveré a verte, mientras,
esperaré en mi agujero
buscando la oportunidad.
(18.11.2011)
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