martes, 28 de diciembre de 2010

"La Gata Negra" (Capítulo 5)


¿Por qué ese repentino interés en conocer al misterioso gato? ¿Acaso no podía la Gata Negra conseguir a quien se propusiera? ¿Por qué perder el tiempo con alguien que sólo había visto una vez?

La Gata Negra se había convertido en una gata reflexiva y nocturna.

A la mañana siguiente despertó en su cama donde pasó metida todo el día. Era uno de esos domingos en los que cualquier detalle sirve de excusa perfecta para no salir de casa…

Recordando la noche anterior se preguntó varias veces porqué en tantas ocasiones se había aferrado a la posibilidad de perseguir sueños imposibles. No comprendía porqué algunas cosas eran tan complicadas, porqué deseaba tanto aquellas cosas que no estaban a su alcance o perdía el interés sobre aquellas que conseguía controlar.

Hace un tiempo, antes de que la Gata Negra fuera la que es hoy, hubo un gato que la hizo sentir especialmente única. Quizá por eso, el misterioso gato ahora despertaba en ella tanto interés. Tal vez la forma que éste tenía de expresar o describir sus sentimientos sobre un papel la habían hecho recordar quién fue y qué tuvo en su vida una vez.

La primera vez que la Gata Negra vio a aquél osado gato, hace ya tanto tiempo, supo que era especial. Sintió la necesidad de perseguirlo hasta un callejón donde éste robó de sus labios uno de esos besos que cuando suceden consiguen parar todo lo que pasa alrededor, y la llevó al tejado más alto de la ciudad donde le hizo el amor y le contó los secretos de la luna. Aquella historia era una de esas historias que no hace falta cuantificar ni apodar. Lo que pasaba fuera de ellos no tenía sentido…ni las miradas ni las opiniones de los demás importaban. Fue una de esas historias en las que uno se da cuenta que es protagonista aquél día que despierta al lado de alguien sin poder evitar que se escape una sonrisa.

Ese gato conseguía sacar lo mejor de ella. Lograba que sus defectos la hicieran perfecta con respecto a las demás gatas. Rozaba su alma cada vez que hacían el amor sobre alguno de los tejados que cómplices les servían de escondite…Aquel astuto gato ganó toda la confianza de la joven e ingenua Gata Negra tratándola como nadie jamás la había tratado. Consiguió ser su mayor apoyo, su confidente, su amigo, su amante, su secreto, su presente…

¿Cómo un gato desconocido y abstraído de todo lo demás la había hecho recordar ahora su más intensa aventura? ¿Cómo unas cuantas palabras aparentemente ordenadas habían conseguido que en su mente se creara la posibilidad de perseguir una nueva historia que la hiciera sentir diferente?

La Gata Negra escondía cada noche y cada día su mayor debilidad. Ocultaba las ganas de encontrar a ese gato especial.

Quizá el misterioso gato del sombrero, sin aun conocerlo, ya reunía lo inalcanzable, el sabor de lo desconocido y lo profundo e intenso de la capacidad de expresar unos sentimientos como pocos se atrevían.

Hacía tiempo que la Gata sólo obtenía de los gatos aquello que necesitaba. Marchándose sin dar explicaciones, todos eran simples objetos de una extensa colección, pero ¿por qué la Gata Negra actuaba de esa forma?


Aquél imprudente gato que la había llevado en tantas ocasiones al techo del cielo, al que había dado todo su tiempo, al que había contado todos sus secretos, al que abrazó siempre que tenía miedo…aquél gato perfecto la abandonó.

Cuando todo parecía ser idóneo, cuando nada importaba más que ellos, cuando lo que ella sentía sobrepasaba cualquier sentimiento antes conocido…aquél gato se marchó sin contar con ella. La Gata Negra amaneció sola en su cama y encontró sobre su mesita un papel doblado que decía:

“Eres una gata muy especial. Me has dejado entrar en tu vida, has aparecido en la mía y la has desestabilizado. Hemos pasado momentos muy buenos juntos y espero no perderte nunca…Pero sabes como soy. Pongo los pies en la tierra en cuestiones de amor por miedo, por falta de confianza, por lo que sea…y haciéndolo me ahorro todo lo malo que pueda venir. No se compartir mi vida, me da pánico confiar en alguien de verdad y por eso me marcho. No podría soportar que no saliera bien.

No te voy a decir que ojala siempre seamos amigos, porque sonaría odioso, pero es cierto que no te quiero sacar de mi vida. No te puedo ofrecer nada más.

Lo siento, no elegiste al mejor para querer y me sabe mal cualquier tipo de daño que pueda hacerte. No pienses que te he utilizado o que he jugado contigo”


La Gata Negra nunca pudo superar aquello. En ese preciso momento desterró de su pecho a su corazón y al tiempo comenzó a patrullar las calles para saciar su apetito y utilizar a todos los gatos que quisiera sin permitir nada más.


Quizá el misterioso gato del sombrero, sin aun conocerlo, ya tenía lo malo y lo bueno de aquél otro gato…

lunes, 27 de diciembre de 2010

“Aquí hay un árbol…”

Estoy empezando a cansarme
de esa gente que vive escondida.

Aquellos que sólo dan señales
para pedir sin medida.


‘Cuánto tiempo sin saber de ti…

¿Podrías dejarme, podrías darme,
podrías hacer esto por mi
que ahora no encuentro a nadie?


Anda y que os vayan dando,
que sólo somos conocidos.
Yo me dejo la piel cuando
el que me necesita es amigo.


‘Aquí hay un árbol…’

si quieres trepar empieza.

Voy a darte un atajo

para que te vayas a la mierda.


Después de arder el fuego,

sólo quedarán las cenizas
del desánimo del juego
de tus piezas postizas.


Os lo he dejado claro,
si tenéis dudas podéis preguntar.
Es más tonto el que callado
piensa que es más tonto por hablar.

(27.12.2010)

“Violet”


Dueña de mi instinto aún no la he conocido,
pero no puedo dejar de pensarla.

A veces me quedo dormido
para lograr en mis sueños soñarla.


Dispuesto a enloquecer,
a hacer por ella lo impensable.

Me bastaría con hacerla saber
que no lo haría por nadie.


Violet, fantasea mi mente
independientemente de su aspecto.
Inexplicable esto que se siente
y que roza lo perfecto.

Me doy por aludido,

bruja del silencio de la noche.
Color encarnado en un latido
sin corazón que lo desborde.


Eterno primer pensamiento,
concepto perenne e inalterable.
Jamás la tendré ni la he tenido
sabiéndola inalcanzable.

Violet, de todas tan distinta,
niebla en el camino a sus besos.
Efecto secundario de la vida
que termina con cada pensamiento.

(27.12.2010)

domingo, 26 de diciembre de 2010

“No eres tan guapa”

Para ser tonta no eres tan guapa,
podrías probar a ser más agradable.
No eres atractiva ni tu mirada
tiene nada que me enganche.

Si corres tras algún sueño
quizá tropieces con la realidad.
Deja de tocar los huevos
y empieza a madurar.

Dejo mis prejuicios a un lado
pero no hay por donde cogerte.
No eres de mi agrado
ni me interesa conocerte.




Girará la vida y te quedarás igual
como siempre pienses así.
Te van a poner un bozal
para que no ladres por aquí.

Si te guías por opiniones ajenas
no sé para qué tienes la tuya.
Que triste y ardua tarea
volar sin tu escoba de bruja.


(26.12.2010)

martes, 21 de diciembre de 2010

"La Gata Negra" (Capítulo 4)

...

- ¡Márchate, es mejor que te vayas! Aquí no hay nada que te pueda interesar.

Esas palabras sonaron tan contundentes que no hubo lugar para réplica alguna. En un primer momento, la Gata Negra quiso preguntar, decir algo, pero pensó que posiblemente, el que hablaba tras la puerta casi entornada la había visto desde alguna ventana recoger el cuaderno del suelo, de ahí que supiera que estaba en las escaleras.

Escondido tras la puerta, quien la había advertido también siguió cada uno de sus pasos hasta saber en qué momento había decidido dar media vuelta e irse.

La Gata Negra pensó que si esa voz no había hecho referencia al cuaderno no tenía porqué deshacerse de él, total, el hipotético dueño no estaba allí y sus ganas por leerlo iban en aumento así que, sin mediar palabra y renunciando a la posibilidad de encontrar a ese gato misterioso y canijo, retomó el camino hacia la calle bajando las escaleras.

La noche ya estaba despidiéndose. El tiempo había pasado tan rápidamente mientras pensaba en encontrarse con ese gato y en qué decirle, que a penas había reparado en la hora.


La Gata se dirigió a su casa con la única compañía de su sombra en las paredes y las ganas de llegar para descubrir el contenido de ese pequeño cuaderno.

En los momentos en los que la Gata Negra se encontraba desanimada siempre se repetía para sí misma una frase:

“Si quieres ser más feliz y no puedes cambiar las circunstancias, cambia la percepción que tienes sobre ellas''.

Era el recurso que utilizaba siempre que algo no le salía como esperaba. Reflexionaba durante largos periodos de tiempo hasta que conseguía sentirse algo mejor, y este era uno de esos momentos.

Cuando llegó a casa sintió el alivio que sentía siempre que llegaba antes de que amaneciera. Si había algo que odiaba la Gata Negra era llegar de día a casa después de una larga noche. Cuando dormía acompañada, siempre lo hacía en casa de sus esporádicos amantes para poder marcharse sin dar explicaciones en el momento en que quisiera…y siempre lo hacía antes del amanecer.


Finalmente, después de desmaquillarse y desnudarse para ponerse sobre su piel una suave bata de andar por casa, se sentó en el sillón que tenía junto a la chimenea donde le gustaba pasar horas leyendo. La Gata Negra no dejó de pensar en la imagen del gato en la Fábrica de los Sueños. No dejó de pensar en cómo no había reparado antes en él…y frente a la chimenea abrió la primera página del cuaderno y comenzó a leer…

“Hay días y días”

Hay días que entierro sueños
hasta hacerlos invisibles,
que invisibles son aquellos
que de nada me sirven.

Hay días que estoy más solo
de lo que me siento,
que me pierdo en el todo
de lo hermético del tiempo.

Hay días insignificantes
donde un cero a la izquierda
parece bastante para anularme.

Hay días electrizantes
donde el miedo se almacena
y la luna es de nadie.

“Amor”

El amor debería matarme
para después resucitarme…
lo demás no es amor.

Debería ser un puño
tan absurdo
golpeando el corazón.

Debería ser pensamiento,
subconscientemente necio
declinado al por menor.

El amor debería cegar
para poder caminar
en las brasas del dolor.

Debería ser el todo
que me exima de lo loco
de mi interior.

Debería ser un juego
bajo las reglas del acuerdo
entre tú y yo.


...letra tras letra, palabra tras palabra, verso tras verso…la Gata Negra no podía dejar de leer. En cada una de las poesías encontraba un trocito de ella. Los borrones que en ellas habían hacían que aun fueran más reales, más cercanas. Todas las letras tenían algo que en algún momento de su vida había vivido. Algo con lo que conseguía sentirse identificada. Había descubierto que ese misterioso gato del que nadie sabía nada, sentía o había sentido cosas similares a las de ella. Se había convertido sin saberlo en un compañero, en un cómplice con las mismas reglas en el juego…la Gata Negra tenía que volver a ver a ese inquietante gato.

¡Quería conocerlo!

¡Era un reto!

lunes, 20 de diciembre de 2010

“Quien quiera ser” (Canalla)

No sé cuánto tiempo estaré aquí
pero sé que no me vas a ver más.
No quiero que seas muy feliz
pero no deseo que te vaya mal.

Me he cansado de verte sonreír
sabiendo que has hecho algo mal.
Y no creo que pienses que por mi
la cosa iba a ser igual.




Siempre dices que es mi culpa.

Estoy harto de tus dudas.

Esto no puede ser,
no tiene ni pies ni cabeza.
Sólo tengo ganas de correr
o de irme de juerga.


No quiero tu sombra junto a mí,

hace tiempo que he aprendido a ser
el canalla que hoy está aquí…
yo no tengo porqué quedar bien.

Hoy camino por las calles
que me han visto crecer.
No llevo ningún lastre
que me impida ser.


El tipo que yo quiero,
con lo malo y con lo bueno,
en cada momento
quien quiera ser.

(20.12.2010)

domingo, 19 de diciembre de 2010

“Te falta inteligencia”


Cuánto tiempo anónimo ruido
que eternamente me inspiras.
Siempre regalas cumplidos
y enriqueces mentiras.

Gracias, pues con cada palabra
me conquistas y me das ideas.
A ti que pareces retrasada
y que te falta inteligencia.

Es un detalle tu dedicación,
al menos fielmente me sigues.
Tu estilo cobarde de ladrón
muestra tu ausencia de ligues.

Pequeña intrusa aburrida,
no censuraré tu talento.
A ver si eres tan decidida
de mostrarte sin miedo.

(19.12.2010)

viernes, 17 de diciembre de 2010

“Lo que suena cuando sueña Sonia”

Sonia busca en su bolso
un poco de algo que la haga mejor.
Se cansó de aguantar a tontos
que sólo hablaban de amor.

Se pierde en sus mundos paralelos
cuando dice te quiero sin ganas.
Ahora busca tíos florero
que no prometan nada.

Se rompe cuando la besan,
se extravía lejos de su mente.
Los hombres ya no la esperan
ni le siguen la corriente.


Está quedando para el arrastre
y aunque lo sabe gira en círculos.
Revive y persigue señales
afectivamente sin vínculos.

Lo que suena cuando sueña Sonia
es como una noria sin freno.
Ya no se quiere ver de novia
ni son tan obvios sus sentimientos.

(17.12.2010)

jueves, 16 de diciembre de 2010

“Cuando ya no quieras chupar”


Me recordarás cuando comas
esas baguettes de Cantimpalo,
o cuando te hagan bromas,
o cuando te hagan regalos.

El sol saldrá cuando los perros
salgan a la calle en chanclas
y los gusanos, como guerreros,
campen a sus anchas.

Un día me andarás buscando,
como la que sin darse cuenta

busca lo que aun no ha encontrado
entre sus piernas.

Tu pasatiempo de coleccionar sellos
cesará cuando ya no quieras chupar.
Porque todo tiene un tiempo,
un espacio o un lugar.

Añorarás lo que no tuviste,
echarás de menos lo no vivido,
las resacas y esos abriles
de tus vestidos ceñidos.


(16.12.2010)

miércoles, 15 de diciembre de 2010

"La Gata Negra" (Capítulo 3)


…observó que en el asfalto aun estaban las marcas que acababan de dejar los neumáticos de aquél coche. Ese inconfundible olor a caucho quemado aun permanecía en el ambiente igual que esa densa niebla que maquillaba una noche opaca, pero la Gata Negra no consiguió averiguar qué había pasado.

Su corazón latía como si presintiera lo malo en lo sucedido pero no había rastro del misterioso gato. No encontraba respuesta. No había nadie en esas oscuras calles por las que antes caminaba sabiéndose centro de atención y en las que ahora sólo ocupaba otro pequeño lugar como cualquier viejo disfraz de atrezzo de una función, olvidado en el fondo de un armario…

Tras unos instantes, cuando dejó de escuchar sus latidos como si estuvieran amplificados, se fijó en un pequeño cuaderno al pie de unas escaleras de caracol que parecían no llegar a ninguna parte.
En ese momento pensó en las palabras que tantas veces había escuchado decir a una vieja gata que mendigaba en la misma esquina, bajo la misma farola y junto al mismo callejón hacía tantos años…una gata que murió en una fría y lluviosa noche de invierno y a la que todos tomaban por loca.

Siempre que pasaba por su lado, la vieja gata le repetía lo mismo:

“A veces, para llegar a la luz hay que arriesgarse en la oscuridad”.

Estas palabras ahora cobraban todo su significado como si la vieja gata hubiera sabido que tarde o temprano las comprendería, y mientras pensaba en ellas, también pensó en la poesía escrita en aquél papel arrugado que aun guardaba.

La Gata Negra, como esa niña que se acerca sigilosamente al tarro donde su madre guarda las galletas que tanto le gustan y que no debería coger sin permiso, se acercó hasta alcanzar el cuaderno. Se agachó y mientras lo cogía vio un pequeño bolígrafo que no era más grande que un dedo.

No abrió la libreta. No pensó nada. No miró a ningún lugar. La Gata Negra subió sin dudar las escaleras de caracol que la harían llegar al centro de la noche. Con cada paso que daba, con cada escalón que ascendía la luz era cada vez más tenue. Subió a una altura de dos plantas hasta que llegó a una maltratada puerta que tenía a media altura una aldaba con una calavera con gesto torcido pero que no inquietaba. En el dintel de la puerta parpadeaba, al igual que la bombilla que había sobre la mesa redonda donde el misterioso gato se había sentado toda la noche, otra bombilla que evocaba lo mismo.

La Gata Negra tenía la necesidad de llamar a la puerta. Había llegado hasta allí sin a penas pensar. Estaba convencida que el misterioso gato estaba tras ella de la misma forma que creía que la libreta que había encontrado en el suelo pertenecía a él, pero, ¿qué le diría? No había pensado nada para ese momento. Siempre segura, esta vez la Gata Negra no sabía qué decir. Podría decirle que había encontrado su libreta en el suelo pero… ¿y si no era suya? También podría intentarlo diciéndole que se había fijado en él en la Fábrica de los Sueños, aunque por otro lado él, aparentemente la había ignorado.

Por un momento parecía haber perdido la seguridad que la caracterizaba cuando había tenido que tomar alguna decisión. Su corazón la empujaba a llamar a la puerta pero su cabeza ponía sus pies sobre el suelo.

Después de pensarlo unos segundos decidió darse la vuelta y marcharse a casa. En un primer momento pensó en dejar la libreta junto a la puerta, incluso en escribirle una nota, pero la curiosidad por saber lo que en ella había escrito fue mayor.

La Gata Negra comenzó a bajar pero a su espalda, en ese momento, escuchó el quejido de la puerta mientras se abría lentamente. Quedó paralizada. Fuera quien fuera la había descubierto. Volvió a sentir fuertemente los latidos de su corazón y una serena y profunda voz le dijo…

lunes, 13 de diciembre de 2010

“Telefonillo roto”

No llegas a mala persona,
aunque te has rebajado bastante.
Sigue indagando a deshora
con esas cabezas pensantes.

Intuyo de donde vienen los tiros,
hace tiempo que tengo coraza.
Plantéate porqué ha dado un giro
tu historia de hadas.

Sola pierdes tus horas en vano
pensando que en algo ayudas.
Tu imagen ya ha degenerado
de amiga a intrusa.

No hay nada peor que defraudar,
concluyo que no vales nada.
Sólo vas a quedar
de chismosa y charlatana.

Descuelga tu telefonillo roto,
distráete con tu pasatiempo.
Me parece vergonzoso
haber creído tus cuentos.


(13.12.2010)

“Una cualquiera”

No miro atrás con rencor
pero ya no estarás mañana.
Nunca querías más que un revolcón
pero después me abrazabas.

Nunca te engañé y hoy sólo mientes
diciendo que andaba con otras.
Te recuerdo que fuiste consciente
y tú me buscaste a solas.




Así que comienzo la revolución
desde dentro de mi cama.
Ya no queda en mi habitación
un hueco para dramas.

Siempre te dije que la quería,
que volvería con ella.
Que lo nuestro sólo sería
y no pasaría de novela.

Ahora te llenas de barro la boca
lanzando balones fuera.
Que lejos dejaste las formas
siendo una cualquiera.


(13.12.2010)

domingo, 12 de diciembre de 2010

“Golfo”

Tenéis razón, soy un golfo,
me tiro a todo lo que se mueve.
No tengo corazón y soy más tonto
de lo que a simple vista parece.

Son ciertos todos los rumores:
me acosté contigo, con tu amiga,
con la tía de los tacones,
con su madre y con su prima.


Me da igual ocho que ochenta,
blancas, negras o amarillas.
Me aprovecho de cualquiera
que se crea mis mentiras.

Con la verdad furtiva
casi nunca voy de frente,
como un buen espía
que traiciona a su gente.

Mantengo el equilibrio,
te trato como a una reina.
Siempre improviso
para que tú te lo creas.

Haz caso a los ‘correveidiles’,
no pierdas tiempo en conocerme.
Confía en las compinches
que te cuidan y te quieren.

(12.12.2010)

“Desgarrando”


A mitad de camino
entre el olvido y ninguna parte,
he encontrado un motivo
para no olvidarte.

Tú nunca leerás estas palabras
porque ahora estás muerta.
No sabrás que me rondaba
ni que tenía en la cabeza.

No quise hacerte daño
ni te mostré lo contrario
cuando empecé a verlo.

Van pasando los años
y me va desgarrando
el sabor de tus besos.

(12.12.2010)

sábado, 11 de diciembre de 2010

“Buena niña”

Giraste la esquina sonriendo
con esa sonrisa que no se caía.

Tú que habías estado leyendo
los secretos que yo repartía.


Fue un día inesperado,

mis pecados no eran los tuyos.

El Trastero no estaba cerrado
ni se subieron mis humos.






Tus rizos saltaban como muelles

mientras llenabais mi copa.

No sabía si tenía billetes

ni cuál de las dos estaba más loca.

Acabé más tocado que un piano,
figurada y literalmente.
El Coyote ya no estaba aullando
y sólo estábamos los valientes.

Noche larga e intensa
que te metes suave en mi cama,

que me sabes a recompensa
y no me pides nada.


(11.12.2010)

martes, 7 de diciembre de 2010

“La Gata Negra” (Capítulo 2)


…comenzó a moverse lentamente como si hubiera nacido única y exclusivamente para ello, como si ese espacio que ocupaba fuera el mismísimo centro del universo y no hubiera nada más. Bailaba sin mirar a los ojos a ninguno de los gatos que allí estaban. Bailaba y con cada golpe de cadera hacía que los latidos de todos los corazones retumbaran como tambores…

A la Gata Negra le gustaba bailar frente a un viejo espejo que había en uno de los rincones del local como si pusiera en práctica lo que tantas veces parecía haber ensayado. Despertaba la envidia en ellas y el deseo en ellos. Era el pentagrama y las notas de cada melodía que allí sonaba…


Esa noche en la Fábrica, como siempre, había muy poca luz y en esa penumbra y tras el humo de los cigarros, la Gata Negra observó que donde todos la miraban, donde todos la anhelaban…bajo una bombilla temblorosa y en una pequeña mesa redonda junto a una repisa donde habían instrumentos de hojalata, oculto bajo un elegante sombrero “borsalino” con una figura delgada y perdido en unas hojas en blanco con unas pocas palabras, un misterioso gato canijo le daba la espalda.


Ensimismado y ausente, como si estuviera solo en el local, solamente alzaba la mirada de los papeles hacia la luz parpadeante de la bombilla cuando parecía querer encontrar la inspiración para completar el siguiente verso. Sobre su mesa había varios papeles arrugados, una tetera y una taza plateada.


No acostumbrada a aquello y precisamente por eso, en la Gata Negra despertó una gran curiosidad por saber más del misterioso gato del sombrero. Preguntó a Naima, el dueño del local, pero éste no supo decirle mucho más que las veces que iba por allí a escribir o que siempre se sentaba en la misma mesa.


Por primera vez, la Gata Negra sentía la gran necesitad de saber más. La presencia del desconocido y sus papeles desordenados sobre la mesa habían despertado en ella lo que, precisamente, siempre había despertado en los demás. Por una vez no era quién escogía. Por primera vez, era un misterioso gato el que con su indiferencia había captado toda su atención.


Tras unos minutos de indecisión, la Gata Negra se acercó a la barra a por otra copa de Sangre Pirata (esa bebida roja con azúcar moreno parecía darle la seguridad que la caracterizaba) y comenzó a caminar lentamente hacia el misterioso gato.


El local ya había recuperado la normalidad tras la nueva e inesperada aparición de la Gata Negra. En ese momento se escuchaban los versos de “Volver” de Carlos Gardel, sin duda, uno de sus tangos preferidos:


"Tuya es su vida, tuyo es su querer,

bajo el burlón mirar de las estrellas

que con indiferencia hoy me ven volver”


Poco antes de que la Gata Negra alcanzara su objetivo, como si él hubiera adivinado sus intenciones a pesar de estar de espaldas, dio un último sorbo al té, recogió los papeles en una carpeta desgastada, se dirigió a la barra para pagar y se marchó.

La Gata Negra no creía lo que acababa de ver. Nuevamente, ese gato desconocido había mostrado una total indiferencia hacia ella, que sólo pudo quedarse junto a esa pequeña mesa redonda sin moverse durante unos segundos. El gato ni siquiera la había mirado.


Cuando finalmente reaccionó y se dio la vuelta, él ya no estaba. La puerta seguía cerrándose lentamente pero él se había marchado. Entonces lo vio. Un papel medio arrugado caía por los escalones como si fuera una pelota de cuero desinflada. La Gata Negra se apresuró para cogerlo sin saber que ese papel sería la llave que más adelante abriría la cajita donde había dejado guardado su corazón. No le importó que la gente viera el interés que estaba teniendo por un simple papel arrugado.


Finalmente lo tuvo en sus manos. Extendió el papel alisando sus arrugas y pudo ver lo que en él había escrito:


“Negro azabache, negra figura,

delgada criatura, calor.

Verde mirada, negra locura,

puerta del cielo, pasión.


Escalofrío, vértigo de ella,

ventana al mar para mirar.

Ausencia traviesa,

distancia para alcanzar.

Primer vuelco al corazón,
sonrisa virgen, brisa.

Sentido de esta habitación,

pausa sin prisa.


Palabras cuchillo, dolor,

boca de fuego helado.

Ganas de hacerle el amor…

platónico amor en vano”


Tras leer esos versos, la Gata Negra se quedó mirando el papel. Esas palabras aparentemente desordenadas y que parecían hablar de ella la habían noqueado. Empezó a ascender las escaleras para abrir la puerta e intentar alcanzarlo con la vista pero justo antes de abrirla se escuchó un fuerte frenazo de coche en la calle.

La Gata Negra salió del local y…

“La Princesa del pueblo”

Pobre e ingenua princesita
que no sabes de qué hablar.

Cuán aburrida es tu vida,
cuánto te gusta especular.

Si escupes hacia arriba
o contra el viento quieres mear,
un día te caerá encima
y tu cuento se hará realidad.





Hay conceptos que no entiendes,
se ve que no te quedó clarito.
A ver si de una vez aprendes
a saciar tu apetito.

Y es que si el río suena

agua suele llevar.

No serás tan buena
como quieres hacer pensar.

A mi no me engañas,
como tú he visto muchas.
No me creo tus palabras
ni tu personalidad abrupta.


(07.12.2010)

lunes, 6 de diciembre de 2010

“La Morenita”


La Morenita es una odiada traficante,
fumando petas se pasa todo el día.
Nunca quiere quedar por delante
y cuando folla le pone estar arriba.

Dice que sólo hace arte,
coloca a todos y regala sonrisas.
No le gusta tener que levantarse
ni obedecer a la policía.

Siempre busca calor

si por la noche

su cama está vacía.


No cree en el amor

ni encuentra su norte
cuando se hace de día.


(06.12.2010)