Así reduzco todo:
Como una bocanada caliente de aire.
Como una vuelta pendiente en el último baile.
Como una mueca traviesa que no avisa a nadie
y que nadie reclama…
Y crecemos, crezco mientras crecen mis ramas,
mis manos son de fuego, de pega es mi alma,
cada día perdido es una herida ganada.
Los segundos, los minutos, las horas y sus días,
cada noche, cada golpe, cada YO en carne viva,
y no hay misterio, si llego a la última ronda
apuesto todo lo que tengo.
No me guardo, no me escondo,
no me ablando aunque lloro,
no me espanto, soy sabiondo,
voy descalzo y toco fondo,
no me aguanto estando solo,
más extraño con los años
más perdido como todos…
Pongo condiciones, nunca me disfrazo,
guardo mis secretos
con un beso a buen recaudo.
Educado, boquiabierto, un payaso a ras de suelo,
un guerrero, una ola,
una risa cuando lloras.
No tengo nombre propio, me llaman Don Quijote,
me enfrento a los molinos con mi espada y con
valores.
No te miento, no te grito, no te insulto, ni te
vejo,
no te empujo, no te pego, no te escupo…antes
muerto.
No siempre que escribo lo hago de mí mismo,
aunque ahora tengo enfrente un espejo y un
gatillo.
Y me arrodillo si es preciso cuando he
considerado,
no hay orgullo más perdido que el que nunca has
salvado.
Hazme caso, no son todos enemigos,
hay banderas blancas que disparan fuego amigo.
Y a veces pico, me creo lo que dicen,
absorbo las palabras y evito que me pisen.
Respiro el momento, rehabilito mis adentros:
‘lengua, boca, labio, beso,
niño, joven, sabio, viejo,
calvo, lacio, rizo, pelo,
calvo, lacio, rizo, pelo,
techo, casa, espacio, cielo…’
(20.03.2014)
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