Una hiena, un monstruo,
un asesino que no deja razonar.
Una piedra en la que tropezar,
un caracol impaciente,
un destello, un pozo, un abismo...
Mi más bonita casualidad,
un simple pretérito perfecto…
peor fue hacer mi pesadilla realidad
por no verme capaz de cumplir mis sueños.
Desperté, he alzado la cabeza
y mi mirada ha iniciado el camino.
Dejo de lamer mis heridas,
-más por consejo que por convicción-
de sentirme acabado, abatido.
Me juego la última mano a resaca,
ni un ‘quizá’ ni mil kilómetros más allá,
ni los charcos donde saltaba
cuando tarareaba aquella canción.
Pero no voy a guardar rencor…
manías de proteger a quien
de verdad he querido,
a quien -por momentos-
he servido de clavo, de consuelo o de abrigo,
incluso de amante o de amigo.
Ni tejados, ni portazos, ni arañazos
desangelados en mi espalda.
Ni condenas, ni sorpresas, ni promesas
tras mentiras maquilladas.
Ni el mozo de maletas en aquella estación,
ni el marinero que se quedó en tierra diciéndole ‘adiós’.
ni el que se esconde sabiendo que tenían razón…
No quiero ser nunca más ni aquél ni el único.
(25.09.2013)
Eres un tipo grande.. no dejes de escribir nunca! hoy si me he atrevido a comentarte, siempre te leo en silencio.ME ENCANTAS!
ResponderEliminarRaquel.