miércoles, 1 de junio de 2011
"La otra orilla"
Junto a la orilla del mar
se me hace más fácil pensar.
Me encuentro conmigo mismo
y no me entorpece la sal.
Sal que recubre mis heridas
con ese sabor a desconsuelo.
Sal si sales de mi vida
que me estampa contra el suelo.
Fracaso tras fracaso me endurezco,
aprendo las ventajas del egoísmo.
Me enamoro, me tropiezo, palidezco,
me refugio en mi abismo.
Y agradezco a ese anónimo amigo
del que recibo un gesto de complicidad,
que sin saber lo que digo
me brinda su amistad.
Y me enseña que no tiene sentido
si no se apoya en el mutuo respeto.
Y por lo que siempre he sido querido
sigue ahí aunque hoy me sienta feo.
También pragmáticamente me hace ver
que el amor es un compuesto químico,
o ecuaciones con enigmas sin resolver
para volver a creer en lo físico…
Cuando Dios cierra una puerta
siempre abre una ventana,
aunque a veces no se vea
que puede ser una trampa.
No hay clavo que sobre otro
me sustituya como enemigo,
y la sutil virtud de Momo
me hace encontrar un respiro.
Conocer sus más personales secretos
forzadamente ante el precipicio…
quizá fue su escape ante el fuego
y le supuso un suplicio.
El tiempo se paró para juntarnos,
y sólo hoy nos separa deteniéndose.
Parecen haberse desunido las manos
que no supieron entenderse.
Dos cuerpos unidos como uno
disfrutándose cada centímetro.
Fino hilo que mantuvo
lo que ha llegado a ser único.
Junto a la orilla del mar,
la otra orilla, más fácil es
pararse a valorar
lo que tuve una vez.
(31.05.2011)
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