Sé que no hago bien en decir,
en hablar más que callar.
En esperar, en redimir,
en toser, en objetar.
Quizá es más infeliz ahora
desde que cruzamos nuestros cuernos.
Como dos caracoles que follan
sin fijarse en el tiempo.
Mis pies no se agarran al suelo
pero tampoco quiero rehabilitarme.
Tener que marcharme lejos
sin que nadie me llame.
Me juego la vida a causas perdidas
por si un día por fin la encuentro.
Ya desinflé el salvavidas
cuando llegué a puerto.
Y no pretendo invadir el espacio,
ni el tiempo ni unos pensamientos.
Sólo quiero colonizar despacio
cada parte de su cuerpo.
Sólo quiero que me tenga ganas,
aunque no sea parte del futuro.
Lo sé, mi mente no está sana
y el presente está oscuro.
Mala compañía si me dejas a solas,
no conozco a ese tipo del espejo.
Me mira y lo miro detrás de las horas
que enturbian mi reflejo.
Me cegué y me olvidé de mi sitio
y de hasta donde permitiré llegar.
Te doy, por hablar conmigo mismo,
las gracias soledad.
¿Dónde vamos tan aprisa?
…entrever me deja su mirada.
No digo nada, me perdí esa misa,
mi codicia me delata.
(25.05.2011)