miércoles, 23 de febrero de 2011

“Tus rizos”






Quizá me esté precipitando,
quizá no siempre exima el dolor
cerrar los ojos y mirar a otro lado.

A veces duele más pensarlo
que notártelo en la voz,
aunque tú quieras negarlo…

Yo que pensaba que era suficiente
decir las cosas a la cara.
Hoy me puede la corriente
y te busco y no encuentro nada.

Tus frases, siempre con sentido,
que reflejan lo que pasa por tu mente.
Mi no saber si lo que digo
puede convencerte.

Y tus rizos, a días tan locos
que loco me vuelven.
Eres la más guapa en tus fotos…
será porque eres fuerte.

No siempre todo es malo,
también haces cosas por tenerme.
Aunque ya no sé ni cuándo
dejé de merecerte.

Y no olvido, no puedo evitarlo,
siempre pienso en qué estarás haciendo.
Ahora espero de ti algo
y soy yo quien está moviendo.

Yo que pensaba que me pensabas,
ahora que casi siempre escribo de ti.
No sé si tú te verás reflejada
pero sé que yo en ti si.

Soy consciente, el tiempo pasa,
3 meses que te huelo en todas partes.
Tú qué me invitaste a tu casa
y no puedo despegarme.

O tu gata…también la echo en falta,
aunque siempre que me vea se altere.
O el masaje en mi espalda
que termina con tenerte.


(23.02.2011)

lunes, 21 de febrero de 2011

"Premios Talento y Sentimientos"


Hoy he amanecido con esta sorpresa. Atractiva1982, seguidora de Letras Canalla, me ha concedido el premio "Talento y Sentimientos" dedicándome unas bonitas palabras.

¡¡Muchísimas gracias!!

http://tiempodeparanoia.blogspot.com/2011/02/premios-talento-y-sentimientos.html

“La Magia del Cine”






















Cámaras, rueda… ¡Acción!

se pone todo en movimiento.
Engranajes que a la perfección
hacen de la vida un cuento.

Actores que olvidan el guión,
figurantes que esperan su momento.
Premisas que rige el director,
¡Guarden silencio!

Es la magia del cine
que me envuelve
y emociona.

Es una balada triste
o el ambiente
que me asombra.

(21.02.2011)

domingo, 20 de febrero de 2011

“Defraudar”



Mentir, timar, estafar,
burlar, falsear, engañar,
confundir, equivocar, falsificar,
enredar, chasquear, desorientar.

Seducir, despistar, encandilar,
engatusar, liar, embaucar,
fingir, aparentar, traicionar,
decepcionar, adulterar, sangrar.

Destruir, desilusionar, frustrar,
malograr, estropear, dañar,
arruinar, tergiversar, suplantar,
deformar, perjudicar, machacar.

Herir, lastimar, lesionar,
maltratar, magullar, pisotear,
devastar, desolar, inventar,
trapacear, afectar…defraudar.


(20.02.2011)

viernes, 11 de febrero de 2011

“A pedazos” (11022011)



O tus hoyuelos,
o el tiempo en el que cuento
los lunares de tu cuerpo.

O tus labios,
o el tacto de tus manos
cuando buscas por abajo.

O tu lengua,
o el sabor que me dejas
cuando estoy entre tus piernas.

O tu espalda,
o los gestos de tu cara
cuando gritas a las tantas.

O tu pecho,
o perderme por ahí dentro
cuando estoy tocando el cielo.

O tus brazos,
o todos tus orgasmos
que me dejan a pedazos.

(11.02.2011)

“La Gata Negra" (Capítulo 11)


…y cuando estaba a punto de leerla un fuerte golpe en la cabeza la hizo perder el conocimiento.

Alguien se había escondido de forma que en su registro, habitación por habitación, había pasado totalmente desapercibido y justo cuando se disponía a leer la nota aprovechó para salir de su escondite y golpearla.

¿Por qué en ese preciso momento? Quien la había golpeado no quería que leyera la nota…o quizá eligió el momento en el que estaba distraída para atacarla.

Fuera como fuese lo había hecho. Al despertar, la Gata Negra no recordaba nada pero tenía un fuerte dolor de cabeza que poco a poco la hizo darse cuenta de lo que había pasado. Cuando recobró la serenidad quiso coger aquella nota pero ya no estaba, y los cajones de su mesita estaban fuera de su sitio volcados sobre la cama. El gato o la gata que había registrado su casa se llevó la nota que recogió en el callejón aquella noche y la libreta que encontró al salir de la Fábrica a los pies de aquellas escaleras de caracol. En ese momento supo que el autor del crimen, del que sólo pudo ver su sombra, la había visto y ahora había ido a por ella.

La Gata dejó pasar varios días. Mandó cambiar y reforzar sus cerraduras. Aunque sabía que no las habían forzado no quería dejar una posibilidad para que pudieran abrir la puerta nuevamente. Quiso ir a casa de alguna amiga pero no tenía relación con nadie que no fuera de la noche…excepto con Pardo, pero él ya había recomendado a la Gata ir a denunciar lo que había visto y no le había hecho caso. No tenía ganas de que la recriminara nuevamente.



Era martes, los días habían pasado al contrario que la preocupación que tenía. Ya no quedaban señales del golpe que había recibido pero no podía quitarse de la cabeza lo ocurrido. Seguía asustada, no tenía a nadie a quién poder contarle aquello. Descartada la opción de ir a denunciar lo sucedido, para evitar la posibilidad de que pudieran relacionarla con el crimen del callejón, y de ir a ver a Pardo, decidió no hacer nada.

Cuando comenzó a anochecer salió de casa. Quería tomar algo para intentar abstraerse pero no quiso ir a la Fábrica. Aunque había estado bastante ocupada pensando en encontrar posibles soluciones, una parte de ella seguía pensando en la relación que había encontrado entre algunas partes de todo aquello con la aparición del misterioso gato. Por un lado quería ir para encontrarse con él. Se decía a sí misma que no podía tener nada que ver. Su forma de pensar, de ver las cosas, de hablar, de callar…no tenía sentido. Por otro lado mantenía esa sospecha, ese temor por si el gato que mató a la joven gata había sido el mismo que había conseguido que quedara atónita durante horas la noche de la Fábrica…



Decidió ir al “Clandestino”, un local que como el nombre hace sospechar no muchos conocían. Se encontraba en el sótano de un viejo edificio abandonado. Se accedía por unas escaleras que había en un callejón y no tenía ni luces ni carteles en el exterior.


En el Clandestino solían ir gatas y gatos que tenían o habían tenido problemas con la justicia. Gatas callejeras, astutos gatos que se dedicaban a robar, gatas y gatos que vivían de vender drogas o actuar como intermediarios en algún negocio turbio…pero nunca iban allí gatos con delitos tan graves como un asesinato. Entonces, ¿Por qué la Gata Negra había ido al Clandestino?

Hace mucho tiempo, antes de que la Gata tuviera aquella lejana relación, las compañías que tenía no eran de lo más recomendable. Durante muchos años había jugado mano a mano con las drogas y por ellas había hecho prácticamente de todo. Por eso, de aquél entonces aun hoy mantenía algunos conocidos y era bien recibida en el local.

Después, conoció a ese gato que, aunque al terminar con su historia le rompió el corazón, en aquél momento fue quien la alejó de todo ese mundo.



Ya estaba frente a la puerta. La golpeó y esperó. Al cabo de unos minutos una pequeña ventanilla se abrió intuyéndose tras los barrotes unos ojos de un gran gato. Una vez la reconoció cerró la ventana y abrió la puerta.


La Gata Negra entró al Clandestino. Como siempre, aquella oscuridad servía de abrigo a los que no lo encontraban a plena luz del día. No había muchos gatos…ni hacían falta más. No quería estar con nadie, solamente tomarse su copa de siempre – el Clandestino fue el lugar donde bebió por primera vez la Sangre Pirata – y perderse bajo el ambiente que se respiraba.


Dejó pasar el tiempo como quien ve pasar las nubes sobre su cabeza, y sin darse cuenta la noche del martes dio paso al miércoles.


Era de madrugada. Vio pasar, uno a uno, a todos los que iban y venían. No habló con nadie, sólo escuchó y observó cada pequeño detalle. Cuando quiso prestarse atención así misma y a la hora que era ya estaba muy borracha. Casi había conseguido olvidar al misterioso gato, a la gatita muerta…incluso lo sucedido en su casa. El alcohol había logrado lo que precisamente ella quería que lograra.

Estaba tan borracha que ya no se quería tomar más copas. No se encontraba del todo bien.


Después de pagar, la Gata se dirigió a la puerta. Esa noche, a diferencia de la mayoría de las noches que salía, ningún gato se acercó a ella, como si hubieran intuido su reacción de antemano.


Salió a la calle. La noche, como las últimas noches que había salido, era fría y las calles estaban empapadas por la humedad como si hubiera llovido. Su malestar no impidió que el camino hacia casa lo hiciera rápidamente…como si huyera de alguien…


En un momento dado, cuando aun estaba a algunas manzanas de su casa comenzó a sentirse extraña. Sintió como si alguien la estuviera siguiendo pero miró varias veces y no vio a nadie.


Siguió su camino y esta vez escuchó algún ruido a sus espaldas pero al girarse nuevamente no vio a nadie.


La Gata Negra cada vez caminaba más rápido. Los sobresaltos que había provocado su subconsciente la habían hecho sentir muy incómoda…pero, ¿había sido su subconsciente?


Ya estaba próxima a su casa cuando escuchó un grito a muy poca distancia de allí. Volvía a parecer la voz de una joven gata… ¡Como la otra vez!


En esta ocasión la Gata lo tuvo claro. Aligeró su paso y fue corriendo hacia su casa. Esta vez no quería implicarse. No sabía el porqué de esos gritos y en ese momento tampoco lo quería descubrir.

A sólo dos calles de su edificio giró una esquina y entonces lo vio. Se encontró frente a frente con el misterioso gato y el susto la hizo caer al suelo golpeándose en la cabeza.


La Gata quedó inconsciente y cuando despertó apareció acostada en su cama.

martes, 8 de febrero de 2011

“Lo hago de pie”












Más feo que ‘gustar’ en pasado,

es saber algo sabiendo que crees
que yo no lo he pensado
al menos una vez.

Y es que yo no juego a ciertos juegos
si preveo, que además de correr,
voy a salir perdiendo.

Piensa que yo no toco el suelo,
que no me huelen las flores de papel
ni me creo ya los cuentos.

Si de los ojos resbalan los recuerdos
es mejor olvidar algunos nombres.
Mejor es no perder el tiempo
ni pensar en arreglarlo a golpes.

Y es que si me caigo lo hago de pie,
y ni los excesos ni los besos
me van a convencer.

Ten en cuenta que por saber
se sabe todo en los pueblos
si no lo sabes hacer bien.

(08.01.2011)

domingo, 6 de febrero de 2011

“Caín y Abel”













Hace tiempo que sé
que es una historia con final,
que un día acabará
lo que tenemos entre manos.

Uno de los dos acabará mal,
posiblemente peor tú que yo,
pero siempre quedará
que un día nos amamos.

Como aquellos dos hermanos,
que ni se podían ver
y si se alejaban
se acababan matando.

Caín y Abel, que a la vez
un día se quisieron
y otro se odiaron…

Hace tiempo que sé
que es una historia con final,
que a veces no está de más
un ‘déjà vu’ casi esperado.

La marcha atrás
no siempre es mala opción
y un calentón al levantar
no viene mal si nos follamos.

Y nos esperamos,
total, no pasa nada por esperar.
No es mejor quién tiene más
ni el que más va derrochando.

Y si lo quieres ver
no morirá este cuento
en colorín colorado.


(06.11.2011)

miércoles, 2 de febrero de 2011

"La Gata Negra" (Capítulo 10)


Todo resultaba muy inquietante pero la Gata Negra parecía haberse olvidado de la incertidumbre, de sus dudas y de todas las preguntas que a sí misma se había hecho.

El misterioso gato y ella estuvieron hablando durante horas. Los gatos que llegaban a la Fábrica no eran más que figurantes o espectadores de aquella escena. Ensimismados, lo demás no tenía ninguna importancia, incluso la recomendación de Pardo había pasado a un segundo plano…

Ya no quedaba casi nadie en el local, la Gata había tomado varias copas de Sangre Pirata y no había reparado en la hora ni en que la música había dejado de sonar minutos atrás. El alcohol la había desinhibido completamente y sólo había prestado atención a aquél gato, a las cosas que decía, a su imagen, a su voz…pero el tiempo, detenido para ella, tuvo que pasar y pasó.

Ni siquiera se acordó de sus ganas por bailar. Las gatas cuchicheaban entre ellas y especulaban acerca de los dos, de cómo se reían. Nunca habían visto a la Gata Negra en compañía. Siempre que pasaba por la Fábrica llegaba de la misma manera, ruidosamente sigilosa, y sólo se iba acompañada - cuando quería - al final de las noches para desaparecer en la oscuridad.

- Me tengo que marchar - dijo el gato, que comenzó a recoger sus trastos mientras se levantaba.

La Gata lo observó durante unos segundos como si estuviera intentando ordenar las palabras necesarias para formular una pregunta.

- ¿Nos volveremos a ver?

Tras decir aquello, casi al mismo tiempo, se arrepintió profundamente. Hacía tiempo que no mostraba interés por alguien y esa pregunta la había delatado. Había roto una de sus reglas de oro: “nunca dejar que el otro gato sepa que te interesa”.

- ¡Nos volveremos a ver! - afirmó firme el gato y se marchó.

A la Gata no le dio tiempo ni a despedirse. Rápidamente, el gato había recogido, se había acercado a la barra a pagar lo que habían tomado y había subido las escaleras que daban acceso al exterior…y ella se quedó pensativa.

En ese momento cayó en la cuenta de que no había conseguido descubrir mucho acerca del gato. Hablaron durante horas, si, pero de cosas insustanciales como los sitios a los que iban, el tipo de música que les gustaba, los libros que les habían marcado, etc.

A la Gata ni si quiera se le pasó por la cabeza preguntarle por su nombre o su edad, ni le preguntó dónde vivía y cuándo se volverían a ver. Mientras hablaban, ninguna de esas cosas había sido más importante que escuchar como aquél gato contaba sus viajes y sus aventuras o el porqué de algunas de sus letras. Era él quién seguía controlando la situación. Contó sólo lo que quiso contar y jugaba con ventaja.
El misterioso gato sabía que la Gata Negra solía ir a menudo a la Fábrica y, sin duda, volverían a encontrarse sólo cuando él quisiera.

La Gata se levantó y se dirigió a la barra. Se sentó en el extremo más alejado al escenario, donde esa noche nadie actuaba, y pidió la última copa. Naima se la preparó. Aunque estuviera cerrando con ella siempre hacía excepciones…era otra de las muestras de lo que había significado para él.

Esta vez se bebió con más tranquilidad aquella copa. Claramente permanecía reflexiva y mientras saboreaba cada sorbo de Sangre daba vueltas al encuentro que tanto había buscado. Intentó no pensar en lo que presenció en el callejón la noche anterior pero esa nota junto a la gata muerta…la nota que se le cayó al gato en la Fábrica…todo aquello le hacía encontrar una clara y preocupante conexión.


Antes de terminar de beber se acordó de la libreta que guardaba en la mesita que tenía junto a su cama. Aquél cuaderno que encontró la noche que fue tras el gato a la salida de la Fábrica. Pensó en esas letras y en lo que ellas guardaban, y también en la voz que la apresuró para que se marchara del piso al que había subido por aquellas escaleras de caracol. Al menos ahora sabía que aquella voz que le dijo que se alejara no era la del misterioso gato.

Cuando la Gata salió del local, y como parecían revelar las nubes que cubrían el cielo antes de entrar, estaba lloviznando, pero eso no supuso un problema para ella. Siempre que llovía, en lugar de subirse a los tejados iba por las aceras pegada a las paredes de los edificios que solían tener, en su extremo más alto, un pequeño saliente que le servía de protección.

Por fin llegó a su calle. Mientras entraba al portal de su edificio sacudió su cuerpo para desprenderse de las pocas gotas que la habían mojado.

Sacó las llaves y cuando las aproximó a la cerradura vio la puerta de su casa abierta.

Al marcharse rápidamente por la mañana no se dio cuenta de que no había cerrado bien y que había dejado algunas luces encendidas. La Gata Negra se asustó mucho. ¡Había dejado la puerta abierta todo el día y casi toda la noche!

Cuando se decidió a entrar lo hizo prudentemente. Todas las luces estaban apagadas - tampoco se había percatado de ellas - y las fue encendiendo a medida que iba pasando por cada habitación.

- ¿Hay alguien ahí? - preguntó con la esperanza de que no hubiera respuesta.

Tras comprobar todas las habitaciones se tranquilizó un poco. Todo parecía estar en su sitio…todo menos una cosa.

¡La nota que recogió del callejón había desaparecido!

La Gata había dejado la nota sobre la mesita pero allí no estaba. La buscó en el suelo, bajo la cama, detrás de la mesita, en otras habitaciones…pero no la encontró y entonces lo vio.

Sobre la almohada de su cama había otra nota. En ese momento volvió a ponerse nerviosa. Sabía que alguien había entrado en su casa, y aunque todo parecía estar como ella lo había dejado, alguien se había llevado la nota y había dejado otra.

Se sentó sobre la cama, abrió la nota y…